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Domingo, Junio 22, 2025

Realizan primera reunión para convocar a productores de la región a firmar Acuerdo de Producción Limpia (APL) – Quilpué Online

Cambiar el paradigma del rubro frutícola regional y promover metodologías más eficientes y amigables con el medio ambiente, fue el objetivo de la reunión realizada por el Programa Transforma Fruticultura Sustentable (Perfruts) para convocar a los productores de todo tamaño de la región a sumarse a un gran Acuerdo de Producción Limpia (APL).

La convocatoria respaldada por la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático, la Embajada del Reino de Países Bajos, Nature´s Pride, Partners for Water, entre otros organismos públicos y privados, busca que los productores de la zona avancen en materias relacionadas con la carbono neutralidad, la seguridad hídrica, la transformación tecnológica, la sustentabilidad y las buenas prácticas.

Al respecto, Kurt Neuling, gerente del Perfruts, manifestó que “en esta reunión queremos seguir promoviendo la asociatividad entre todos los actores involucrados y convocar a los productores frutícolas de todos los tamaños a sumarse a este APL para abordar asuntos que son urgentes, como la reducción de la huella hídrica y de carbono de las empresas, la búsqueda de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN), las buenas prácticas y la implementación de tecnología en una industria tan importante para las personas como lo es la industria alimentaria”.

En la misma línea, Cristián Andler, representante de la Consultora Green Ticket a cargo del proyecto Red Aconcagua, sostuvo que “para lograr este Acuerdo de Producción Limpia primero debemos sortear una serie de brechas que dicen relación, por ejemplo, con la baja medición de la huella hídrica, la falta de coordinación, la escasa comunicación que existe sobre estos temas y el poco apoyo que reciben los productores más pequeños en estas materias. Y para enfrentar estas brechas, la asociatividad es clave”, acotó.

Por su parte, Sebastián Carvallo, coordinador de APL de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático, explicó que “los Acuerdos de Producción Limpia son mecanismos que movilizan al sector productivo para aumentar sus compromisos con la sustentabilidad. Para nosotros ha sido muy relevante poder juntarnos con estos productores y ver que tienen ganas de reducir sus huellas de carbono, de agua y de avanzar en soluciones basadas en la naturaleza”.

En la cita también participaron representantes de la Embajada del Reino de Países Bajos en Chile, cuya experiencia como líderes mundiales en gestión del agua ha sido un aporte considerable para enfrentar la crisis hídrica en la cuenca del Aconcagua, a través de metodologías sostenibles para la producción y suministro del recurso.

Al respecto, Frans Janssen, representante de la embajada, señaló: “Para nosotros es importante el nexo entre agua, agricultura y biodiversidad. Por lo que siempre apoyaremos objetivos relacionados con la sustentabilidad en la producción. Es particularmente relevante que logremos reducir la huella hídrica, pues Chile sufre una sequía hace muchos años que nos motiva a implementar tecnología y mejorar la gestión del recurso hídrico”.

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Bioplástico fabricado con uvas y cáscaras de papa cambia de color cuando los alimentos se echan a perder · De acuerdo con la frescura del producto, varía la coloración del envase que se degrada rápidamente en alrededor de una hora, a diferencia del plástico tradicional. Además, es comestible. Una bolsa de plástico tarda alrededor de 55 años en degradarse, y aun así, sus componentes no desaparecen del todo del medio ambiente. Por eso, urge encontrar soluciones alternativas y el académico de la Escuela de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Cassamo Mussagy, desarrolló una investigación que aprovecha las uvas no utilizadas o los descartes de éstas para la creación de un bioplástico inteligente, el cual puede ser utilizado para diversos productos de la industria alimenticia. En lo inmediato, a través del proyecto “SmartBioref”, trabaja junto a su equipo de investigadores en la creación de bioplásticos inteligentes elaborados a partir de biosensores que se obtienen de estos residuos, los cuales entregan valiosa información respecto del estado de conservación de ciertos alimentos, como la carne y pescados. “En una primera fase se pretende analizar la valorización del residuo de la uva, desde donde logramos sacar pigmentos que pueden ser utilizados como biosensores y a partir de ellos formar bioplásticos inteligentes, los cuales pueden ser utilizados en la industria alimentaria como sensores de la frescura de los alimentos”, detalló el profesor e investigador de la PUCV, Cassamo Mussagy. Pero ¿por qué se denomina bioplástico inteligente? “Los biosensores son formulados por las antocianinas que son pigmentos naturales que se mezclan con pigmentos microbianos; a partir del resultado de dicha combinación se puede obtener un cambio de color en los biosensores. A raíz de ese cambio se genera un efecto visual que nos permite saber el estado del producto”, señaló Mussagy. Para el investigador la utilización del bioplástico es ideal para empacar proteínas de origen animal, como por ejemplo carne de vacuno, cerdo o pescado. “Originalmente el bioplástico es de color morado y, dependiendo del pH, gases generados y otros factores de la proteína animal, éste puede ir cambiando de color hacia amarillo o rojo. El color nos indicará si el producto está o no en buen estado”, agregó Massagy. El profesor detalló que “el bioplástico viene a reemplazar al plástico tradicional porque es de mucho más fácil degradación. En condiciones normales se tarda cerca de siete días en degradarse, pero al ser expuesto al agua se degrada en menos de una hora, lo que demuestra la biocompatibilidad de los nuevos bioplásticos que estamos fabricando”. El investigador de la PUCV no trabaja en solitario. Parte de su equipo lo conforma Henua Ugarte, estudiante de quinto año de la carrera de Agronomía en la PUCV. La joven, originaria de Rapa Nui, y quien trabaja hace meses con el profesor Cassamo Mussagy, calificó la experiencia como “un sueño”. A diferencia de su mentor, que genera el bioplástico a través de los descartes de uvas, Henua trabaja con los desechos de la guayaba de Isla de Pascua, un fruto particular de su zona, para la creación de diversos productos. “La idea es aprovechar el residuo completo de la guayaba y generar una economía circular para valorizar lo más posible el residuo. Nosotros hacemos la extracción de pigmentos para obtener carotenoides, antocianinas y también biogás. Actualmente estamos trabajando en la creación de suplementos alimenticios y cosméticos en base a los descartes de la guayaba”, aseguró Henua Ugarte. La joven estudiante agregó que “lo que estamos haciendo no es sólo una gran oportunidad para los jóvenes, sino que también para el mundo; es el futuro. Como nuevas generaciones tenemos que buscar la forma de cuidar el medioambiente y cuidar también a los que vengan detrás de nosotros”. Por el momento, la fabricación del bioplástico incluye entre sus componentes cáscara de papas, las cuales aportan el almidón necesario para este revolucionario producto. “El bioplástico es 100% orgánico y por lo mismo puede ser comestible”, detalló el profesor Mussagy sobre su proyecto, mientras lleva un trozo del producto a su boca para masticarlo.

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